viernes, 1 de enero de 2016

Poemas de Antonio Agredano

Como habíamos comentado, el escritor, músico, poeta y "héroe contemporáneo" Antonio Agredano vendrá a dar una charla al instituto Chaves Nogales para hablarnos de su carrera artística, su vida personal y dialogar sobre fútbol y mucho más con los lectores de su libro En lo mudable, perteneciente a la colección Hooligans Ilustrados e incluido en el itinerario de lectura de 3º de ESO.

Por eso, los alumnos de ICO han debido buscar información sobre su vida y obra y preparar una entrevista: la verdad es que lo han hecho muy bien.

Hoy vamos a centrarnos en su faceta lírica, compartiendo algunos de sus poemas:

Nunca devuelve el mar
lo que arrastra, 
tampoco queremos
la arcada insalubre
sobre los tobillos secos,
enrojecidos,
el hueso húmedo de la mañana;
la curva roja del cielo
no ilumina, solo matiza
los perfiles.

Nos devoramos, nos amamos.
Qué irracional es el afecto
de las especies
a los pies del abismo
salado y primero.

Cuando el futbolista celebre el gol,
cuando la madre aún dolorida
abrace a su primer hijo,
cuando la mesa esté recién puesta
y una luz suave se desgaje
sobre la tarde.

Cuando el adolescente encuentre
su amor primero, cuando el beso
sea correspondido.
Cuando al fin descanse
el paciente enfermo.
Cuando el camarero se equivoque
con la vuelta, cuando el héroe
del videojuego
rescate a la princesa del castillo,
cuando un minúsculo nazca un gusano
en la caja de zapatos
que un niño guarda.

Cuando el amigo que nunca llama llame,
cuando reviente la primavera
en nuestra cara, con su disparo de césped
y su calor asumible.
Cuando toda la facilidad del mundo
se inflame y explote
yo estaré pensando en ti
con la habitual tristeza.
Enfangando las rodillas
más limpias del mundo.

Sospecho que es el mismo amor
amoldado a distintos espacios.
Todas las generaciones
son generaciones perdidas.

Un baile futuro, empujar el carrito
en días nublados. Boria caníbal,
la tierra recortada a espaldas
de mamá.
Su ternura de trinchera.
Madrid tiene nombre de caricia vieja,
de bebé en invierno.

Cuándo depende
del Volkswagen rojo,
de la tarjeta de descuento,
de la pinza que evita que el cereal
se ponga blando.
Del mensaje de la madrugada:
qué poco te amaron si no te despertaron
alados por el alcohol.

Ladra un perro, suenan las campanas,
un camión congelador siempre en marcha.
Te quiero toscamente. Es el mismo amor.
El de la americana de Preshco en el portal,
el de la prima borracha de Juan
en la feria de su pueblo,
el de la actriz que me daba palmadas
en las manos.
Es el mismo y qué distinto
de aquel esqueleto desperdigado,
de aquel hotel con la cama estrecha
como una jabalina,
del mausoleo crudo de tu pecho.

(Teta.
Antonio Agredano.
Ediciones en Huida)

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