En los años 90, uno caía en dos campos musicales principales: Blur vs Oasis. Los Gallagher me parecían demasiado groseros y sentía afinidad con el líder de Blur, Damon Albarn. ¿Pero ahora? El combate de gladiadores de Blur contra Oasis ha dado paso al mucho más improbable de Damon Albarn contra Taylor Swift - esta vez, sin embargo, hay un claro ganador, y seguro que no es Albarn-. ¿El origen de la ira? Bueno, Albarn concedió una entrevista al LA Times en la que criticó pomposamente a Swift, diciendo que “no escribe sus propias canciones”. Cuando el periodista señaló que sí lo hace -y que además coescribe algunas de ellas-, se mofó. “Eso no cuenta”, respondió. “Sé lo que es la coescritura. Coescribir es muy diferente a escribir”.Swift, como era de esperar, contraatacó, tuiteando directamente a Albarn (y casi se puede oír cómo hace crujir los mismos nudillos que utilizó para escribir grandes temas como “Cardigan” e “Illicit Affairs”) para expresar lo decepcionada que estaba: “@DamonAlbarn Era una gran fan tuya hasta que vi esto. Escribo TODAS mis canciones. Tu postura controversial es completamente falsa y TAN dañina. No te tienen que gustar mis canciones, pero es realmente jod*** tratar de desacreditar mi composición. WOW”. Y concluyó con este mensaje épico: “PD Escribí este tuit yo sola por si te lo estabas preguntando”.Viva, hermana, viva. Y aunque Albarn se disculpó -sí, en Twitter-, no es la primera vez que se le acusa de meterse con artistas de sexo femenino. En una ocasión, al parecer, llamó a Adele “insegura” y “de medio pelo” después de haber trabajado juntos en una música en 2015 que nunca llegó a publicarse; ella lo describió a Rolling Stone como “uno de esos momentos de ‘mejor no conozcas a tu ídolo’”.Algunas de las reacciones han sido salvajes, y deben hacer que Albarn se estremezca, sobre todo por parte de la Generación Z. Un fan escribió a Swift: “Si te hace sentir mejor, no sé quién es este tipo, pero tengo cada una de tus letras grabadas en mi cerebro”. Eso tiene que doler. Después de todo, Swift fue galardonada con el Songwriter Icon Award en 2021, y la National Music Publishers’ Association declaró que “nadie es más influyente a la hora de escribir música hoy en día”. The Week la describió como “la principal compositora de los tiempos modernos”. El apogeo de Albarn, por el contrario, podría decirse que ha terminado, y ahora, para mí, se presenta como otro hombre amargado con un ego frágil.Algunos señalaron que escribir sus propias canciones es literalmente lo que caracteriza a Swift; otros dijeron que parecía que Albarn la estaba troleando activamente: Pero otros, entre los que me incluyo, temen que se trate nada menos que de una típica burla misógina contra las mujeres escritoras, cuyo trabajo ha sido disminuido y socavado (además de borrado, olvidado, robado y no acreditado) durante siglos.Una escritora, la Dra. Una McCormack, compartió esta captura de pantalla de la portada de un libro de Joanna Russ, titulado “How to suppress women’s writing” (Cómo suprimir la escritura de las mujeres), que contiene citas como “lo escribió, pero tuvo ayuda”, y “lo escribió, pero no es realmente una artista”. Qué acertado. Casi podría haber salido directamente de la entrevista de Albarn con el LA Times. La librería feminista The Second Shelf también tuiteó: “No sé si sabes esto de nosotros o no, pero estamos constantemente enfadados por todas las mujeres escritoras. No, esto no es un tuit para Taylor Swift. Es para todos ustedes”.En el mejor de los casos, la opinión de Albarn parece de ignorancia. Tal vez él realmente cree que ella nunca escribe sus canciones. Pero en el peor de los casos, Albarn simplemente no puede creer que Swift escriba sus propias canciones porque es una mujer joven, y las mujeres jóvenes que son hermosas y exitosas no podrían tener el talento suficiente para hacerlo, ¿o sí? Todo esto demuestra que, al final, Albarn era tan grosero y misógino como Liam, simplemente disimulaba un poco más en aquellos años 90 sin redes sociales.
TAYLOR SWIFT Y EL CLICHÉ DE LOS POETAS TORTURADOS
“He escrito mucha poesía torturada en los últimos dos años y quería compartirla con vosotros”, escribió la superestrella del pop Taylor Swift en la red social X el pasado 19 de abril. Anunciaba así su nuevo doble álbum. (...) Se titula The Tortured Poets Department (El departamento de los poetas torturados) y viene a extender entre su público masivo (los swifties) un cliché que acompaña a la poesía: la figura del poeta arrebatado y doliente, pasional, hecho una mierda. Seres que, a cambio de obrar la alquimia de convertir el lenguaje ordinario en algo extraordinario, pagan, como una maldición, el precio de la inestabilidad emocional.
Es una larga tradición no del todo cierta, porque no toda la poesía es así, ni todos los poetas lo son (aunque algunos sobreactúen). “El poeta es un ciudadano normal, solo que algunas veces escribe poesía”, dijo, aproximadamente, Ángel González. Es más, no pocas veces, los abundantísimos poetas, más que torturados, acostumbran a torturar a su audiencia.
Vaya por delante que Swift tiene querencia por la poesía. Al inicio del videoclip de su tema "All Too Well" colocó un famoso verso de Pablo Neruda: “Es tan corto el amor, y es tan largo el olvido”. Con la aparición de su nuevo álbum, según informó The New York Times, se analizó desde un punto de vista poético la obra de Swift en una clase en la Universidad de Harvard, dentro de la asignatura Taylor Swift y su mundo (sí, existe esa asignatura). La compararon, salvando las distancias, con autores como Samuel Taylor Coleridge, William Wordsworth, Sylvia Plath o Willa Cather, lo que es mucho comparar.
Además, la empresa de genealogía genética Ancestry, en un movimiento a todas luces promocional, anunciaba a principios de marzo que Swift y la poeta Emily Dickinson tienen un parentesco lejano (...). Por lo demás, la biografía de la cuenta de X de la cantante lo deja claro: “Todo vale en el amor y la poesía”.
Bolígrafo o pluma
La propia Swift ha clasificado sus letras en dos grandes grupos, de bolígrafo o de pluma, según explicó al ser nombrada artista de la década en los Nashville Songwriter Awards de 2022. Por un lado, entre las canciones de bolígrafo se encuentran aquellas que son “frívolas, despreocupadas y animadas”. Por otro, las canciones escritas a la pluma son “brutalmente honestas”. Estas últimas son “pasadas de moda, como si fueras un poeta del siglo XIX elaborando tu próximo soneto a la luz de las velas”, dijo la artista. (...)
He ahí otra vez el cliché de la noche, la pluma, las velas, ¡el soneto!, un estereotipo que se afianza con fuerza en el Romanticismo, la época de algunos de los poetas (Coleridge, Wordsworth) con la que algunos comparan a Swift. El Romanticismo rugió contra el racionalismo ilustrado y reivindicó al individuo, las emociones, la creatividad, la libertad, el nacionalismo. ¿Les suena? Vivimos en tiempos más románticos que ilustrados.
El estereotipo del artista romántico es así: atormentado, arrebatado, pasional, incluso suicida. Algunos jóvenes románticos se quitaban la vida en imitación del Werther de Goethe y el español Mariano José de Larra hizo lo propio, con una pistola, a los 27 años, por amor. Más adelante, en el siglo XX, poetas como Sylvia Plath, Anne Sexton o Alejandra Pizarnik también acabarían con su existencia, formando una triste nómina de poetas suicidas. Volviendo al Romanticismo, Lord Byron, con sus escándalos amorosos, su honda melancolía, sus posturas políticas o su rebeldía, del que ahora se celebra el bicentenario de su muerte (por cierto, murió durante una romántica tormenta, perfecta representación de lo sublime), conforma un antecedente de la figura del poeta maldito.
No se agota ahí la cosa. Ese malditismo se reproduce en los poetas simbolistas franceses, presuntos consumidores de absenta y láudano, las baudelerianas Flores del mal, Paul Verlaine disparándole por despecho a su joven amante, Arthur Rimbaud. O en productos culturales mucho más recientes, como la exitosa película El club de los poetas muertos, donde (”¡Oh capitán, mi capitán!”) se vuelve a difundir la imagen del poeta rebelde, individualista, sensible y trágico. Una imagen que marcó a generaciones. En la canción que da nombre al disco, Swift cita algunos que podrían ser considerados poetas malditos: Dylan Thomas y la roquera Patti Smith (gran admiradora, por cierto, de Rimbaud).
Pero no toda la poesía es poesía de la emoción. En 2010, Luis Antonio de Villena titulaba una antología de poetas contemporáneos como La inteligencia y el hacha (Visor), haciendo referencia al que podría ser un eje de clasificación: la poesía de corte más emocional (el hacha) o más cerebral (la inteligencia). El estereotipo de la poesía arrebatada es común en el ciudadano de a pie, poco conocedor del género, también en los poetas que no han trillado la tradición, como los adánicos poetas pop tardoadolecentes (en término de Martín Rodríguez Gaona), que hace algunos años lanzaron a las redes, con gran éxito, sus poemas simplones de amor despechado.
Buena parte del canon de la poesía anglosajona del XX, de T.S. Eliot a John Ashbery, pasando por Wallace Stevens, es, en cambio, más compleja y cerebral que emocional: se aprehende más a través del intelecto que del corazón. Y el humor, aunque no muy bien visto en la literatura, también está ahí: existe un hilo de poesía repleta de humor e ironía, en la que se podría inscribir a nombres tan dispares como Quevedo, Nicanor Parra, Oliverio Girondo o el antes citado Ángel González. No todo es sufrimiento solitario y pecho herido. Todo cabe en la poesía, porque no sabemos muy bien qué es la poesía. Y aunque dentro de ese estereotipo la poesía sea vista como la quintaesencia de la virtud y el poeta como un ser angelical, con frecuencia ha sido utilizada para promover el odio, la violencia, el belicismo. Ejemplo: genocidas como Radovan Karadzic o Slobodan Milosevic eran poetas (el primero) o amantes de la poesía (el segundo).
Taylor Swift, con el desamor como tema principal de su obra, se adscribe, pues, a ese team torturado que recorre la historia de la poesía, colaborando apuntalar el estereotipo instalado en el imaginario popular. Luego, al escuchar el nuevo disco, uno se pregunta: ¿hay tanta tortura ahí? Torturado suena el cante jondo o el black metal noruego. En Swift lo que se aprecia es, como máximo, una lánguida melancolía pop para las tardes lluviosas de la edad primaveral.
SERGIO C. FANJUL.
EL PAÍS. 02/05/2024
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