sábado, 8 de junio de 2024

Mientras por competir con tu caballo... (César Rodríguez de Sepúlveda)


MIENTRAS POR COMPETIR CON TU CABALLO

Este es un mensaje para los y las poetas amantes del soneto que sé que andan por aquí.

El duende de las linotipias nos regaló el otro día una noticia en prensa que mencionaba un soneto de Góngora titulado «Mientras por competir con tu caballo». Ocasión de oro. Al menos cuatro sonetistas de pura sangre han querido hacer realidad este soneto apócrifo, con resultados tan extraordinarios como desternillantes. He añadido también mi modesta contribución. (Véase más abajo). 

Invito a ampliar este florilegio consagrado al recién revelado amor de don Luis por el noble bruto. Hagamos sonetos ecuestres, hípicos, de todo pelaje: alazanes, bayos o zaínos; altos de remos; de pura sangre; al galope o al trote; rocines, pencos o percherones. Hagámoslos caracolear, corcovear o ir al paso. La sola condición es el pie forzado: MIENTRAS POR COMPETIR CON TU CABALLO. 

Para que vean las maravillas que van saliendo: 

Pedro Poitevin:

Mientras por competir con tu caballo
yo galopaba la marrón llanura
de Toledo, que lleva a Extremadura,
por donde nunca llueve sino en mayo

y ni siquiera al alba canta el gallo
y la crin oscurece la cordura
y la noche es la noche más oscura,
tú, yegua ansiada –¡que me parta un rayo!–,

dejabas que el borrico de Platero
gozase de tu lomo apetecido,
tu crin brillante, tu ardoroso cuero,

tu extremeña locura, tu gemido,
viniéndote cual lluvia en pleno enero
bajo la luz del sol y del olvido.

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Alfredo J. Ramos:

Mientras por competir con tu caballo,
bajo la luz del sol y del olvido,
dejé los mis cuidados sin gemido
y vine a hacer de la mi capa un sayo

a este rincón tan pronto estremecido
como de burlas lleno y, sin desmayo,
galopé como aquel de Caravallo
potro de miel, fantasma tan querido.

Son así las taimadas roedoras,
ayuntadas al mero atontamiento,
las que más hoy nos vienen congregando.

Y, pues galopan raudas, reidoras,
súbannos a sus grupas con buen viento
¡y sigan las del gong horas sonando!

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César Rodríguez de Sepúlveda:

Mientras por competir con tu caballo
me ofrezco humildemente de montura;
tú, subiendo a mis lomos tu hermosura,
con la espuela me apremias, sin desmayo;

y más y más me exiges; y, si fallo,
más cruel me impones disciplina dura;
y no puedo negar que esta tortura
la goza ―intensamente― este vasallo,

bien sé que no he de ser nunca tu dueño,
tan solo tu corcel, y ya es bastante,
y, aunque tal vez me tengas por babieca,

solo sueño con ser tu clavileño;
más que tu amante, ser tu rocinante:
usa la fusta una vez más, muñeca.

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Miguel-Angel Real:

Mientras por competir con tu caballo
me dedico a crear versos ecuestres
con rimas alazanas a las huestes,
tú ignoras obstinada lo que hallo. 

Cabalgando te alejas como el rayo
en galope cruel hacia el oeste
donde termina el mar y donde este
poeta descrinado es sólo un fallo. 

Vuelve amor, por favor, que te prometo 
desriendar sentimientos y en la vida
enlazarte en el lomo de un jamelgo, 

besarte al trote, hacer rimas equinas,
hipodromarte más sin más reniegos,
y desposarte al fin en Jaca fría.

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Ramiro Rosón:

MOVIDA

Mientras por competir con tu caballo
la gran urbe, celosa de tu ropa,
destella con blancura de farlopa
y en lúcida tiniebla duerme el gallo,

mientras, mirando tu figura, callo
y envenenas el poso de mi copa
de no sé qué sustancia que galopa
sobre mi corazón de fiel vasallo,

goza de tus alquímicos andares
antes de que la aurora, como cuervo
funeral, te bendiga con resaca.

Lamentarás el vodka de los bares,
aunque luego te busques otro siervo
más afín a tu ruta dionisiaca.