El Ministerio de Igualdad ha sacado este año este spot que también resulta un homenaje a María Jiménez, artista de raza, fama, carácter y éxito... que también sufrió malos tratos (lo que nos recuerda que ninguna mejor está a salvo de esta lacra pertenezca al entorno que pertenezca).
ME DIJERON
Me dijeron:
"No te pongas ese vestido tan corto".
Y después violaron a una mujer
cuando llevaba sus vaqueros favoritos.
Me dijeron:
"No te quedes hasta muy tarde".
Después arrancaron la ropa y tocaron los pechos
de una chica a plena luz del día en unas fiestas populares.
Me dijeron:
"No viajes sola por la noche".
Y después violaron y mataron de día a dos mujeres,
cuando descubrían el mundo,
acompañadas la una de la otra.
Me dijeron:
"No cojas el transporte público por la noche".
Luego manosearon a una chica en el metro,
sin que nadie hiciera nada,
de camino a la universidad.
Me dijeron:
"Pídele a algún amigo que te acompañe a casa".
Y luego señalaron y llamaron calientapollas
a una chica cuando lo hizo.
Me dijeron:
"No sonrías a extraños".
Y luego gritaron borde, puta y quiéntecreesqueeres a una mujer por pasar de largo.
Me dijeron:
"No bebas mucho".
Y después pusieron droga a una chica en su bebida.
Me dijeron:
"Ten siempre el teléfono a mano".
Y luego una mujer recibió en ese mismo teléfono un vídeo de todas las cosas que le habían hecho la noche anterior.
Me dijeron:
"No te vayas con desconocidos".
Y luego una mujer fue violada por un amigo. Una pareja. O un familiar.
Me dijeron:
"Denuncia".
Y después le preguntaron qué llevaba puesto, cuánto bebió y por qué se fue con él.
Me dijeron. Me dijeron. Me dijeron.
Ten cuidado, ten cuidado, ten cuidado.
Lo tuve. Lo tengo. Lo tendré.
Hice todo lo que me dijeron.
Ahora explícame qué es lo que hice mal.
Estoy de acuerdo: no todos los hombres sois así.
Pero entiéndelo tú.
A todas las mujeres nos pasa. A todas nosotras.
A mi madre. A mí. A mi hija. A mi amiga. Y a mi compañera de trabajo.
A tu madre. A tu mujer. A tu hija.
A todas las mujeres.
¿Lo empiezas a entender?
No me digas a mí lo que tengo que hacer.
Díselo a ellos.
Enséñales consentimiento.
Enséñales que NO significa NO.
Enséñales respeto.
Enséñales que las mujeres no somos un juguete, ni un objeto, ni una propiedad.
Enséñales a ser responsables.
Enséñales a no violar.
Vitika Roy
¿Qué te ha parecido este poema? ¿Os habéis sentido identificadas? ¿Y vosotros interpelados? ¿Con qué parte?
¿Sobre qué dos recursos está construido? ¿Te parece que está escrito de forma efectiva (emocionante o convincente?
Hoy he despertado en el suelo del salón con la mirada esquivando el nuevo sol, que acariciaba mi mejilla con temor. Fuera discutían golondrinas y un avión, pero el silencio en casa era ensordecedor, estas paredes saben bien lo que pasó. Ya no quiero tus disculpas, no quiero escuchar tu voz, no quiero nada, sólo un poco de valor para decirte que no eres mejor que yo. Se acabó tu mano al viento dibujando un cinturón, tu voz cobarde excusando al tirador, tus condolencias explicando la razón. Y por eso me voy, y por eso te digo ni el mismo diablo me hubiera hecho el daño que me has hecho tú. Y por eso me voy, por eso te maldigo, pero antes quisiera decirte a la cara, una vez, sin temor, que tú no vales más que yo. Bajo las costuras sigo siendo de papel, te di mi alma escrita en cada atardecer, te di mi vida y la arrugaste sin leer. Llevo tus fantasmas tatuados en mi piel, y tu desprecio paseando en el anden de mi memoria, que no pierde nunca el tren. Ni una noche más en vela esperando al cazador desorientado por la niebla y el alcohol, mientras al alba cae vacío un cargador. Se acabó mirar al suelo cuando cruzo el callejón de tus miserias, como si fuera mi error, en mi tristeza nadie manda más que yo. Y por eso me voy, y por eso te digo ni el mismo diablo me hubiera hecho el daño que me has hecho tú. Y por eso me voy, por eso te maldigo, pero antes quisiera decirte a la cara, una vez, sin temor: Que en tu viaje al olvido, por el camino infinito verás, verás cómo el viento que guarda mis gritos te escupe a la cara todo mi dolor. Cuando tú sientas frío, en un rincón de los siglos, oirás lo que siempre le dice la luna al cobarde el sol: Que tú no vales más que yo. Que tú no vales más que yo. Que tú no vales más que yo. Que tú no vales más que yo.
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