lunes, 27 de enero de 2025

¿TÚ VES NORMAL UN C*** EN TU NUCA? o lo que 'La isla de las tentaciones' nos explica sobre cómo son las relaciones en 2025.

 

¿TÚ VES NORMAL UN COÑO EN TU NUCA? O lo que 'La isla de las tentaciones' nos explica sobre cómo son las relaciones en 2025.                                     


"¿Tú ves normal un coño en tu nuca?”. Con esta frase, el estreno de la octava edición de La isla de las tentaciones ha vuelto a acaparar titulares y conversaciones. Las hogueras, las alarmas y las tentaciones regresan para ser protagonistas las noches de los lunes. Una vez más, cinco parejas acuden a una isla paradisiaca rodeados de solteros y solteras dispuestos a conquistarlos y así responder a la pregunta “¿Estoy realmente con la persona indicada o hay alguien mejor para mí?”. Este reality nos invita a observar cómo las inseguridades, los deseos y los límites de los concursantes se ponen a prueba bajo cámaras que graban las 24 horas del día. Pero más allá del dramatismo, seducción y morbo que caracterizan a La isla de las tentaciones, a través de este programa se puede reflexionar sobre la manera en la que entendemos las relaciones en una era marcada por el cambio constante y la inmediatez. 

En este contexto, los conceptos de “amor líquido” y “modernidad líquida” acuñados por el sociólogo Zygmunt Bauman ayudan a analizar las dinámicas de pareja actuales y que están presentes en el programa. Bauman habla en sus obras de un cambio en las relaciones personales, donde las conexiones profundas y duraderas se han visto sustituidas por otras más frágiles y volátiles, que priorizan la satisfacción inmediata y evitan el compromiso. Este “amor líquido”, como lo llama Bauman, surge en un contexto de “modernidad líquida”: una sociedad en la que todo, desde el trabajo hasta las relaciones, está en constante cambio. 




En esta edición, varios concursantes reconocen haber pasado por rupturas antes de entrar al programa. Alba y Gerard son un ejemplo evidente: él mismo relata en su presentación que se “agobió un poco” cuando llevaban tres semanas juntos. Su reconciliación no llegó hasta que, en una noche de fiesta en Madrid, Gerard vio a Alba besándose con otro chico y, en sus palabras, “se dio cuenta de lo que había perdido”. Bayan y Eros, otra de las parejas, también admiten haber experimentado varios “altibajos” en sus cuatro años de relación —fruto de las constantes infidelidades por parte de él—; mientras, Andrea y Joel confiesan haber roto y vuelto en varias ocasiones durante los tres años que llevan juntos. 

La dinámica del show explota la fragilidad que parece caracterizar a estas parejas, reforzando la idea de que los vínculos son fácilmente reemplazables y que siempre existe la posibilidad de “algo mejor”. Para Bauman, la lógica de consumo invade las relaciones humanas, promoviendo la idea de que siempre se puede “mejorar” lo que se tiene. 

Mireia Cosano, neuropsicóloga especializada en ansiedad que analiza La isla de las tentaciones en sus redes sociales, ve en el programa el reflejo de una especie de “Tinder emocional”, donde los solteros y solteras tratan de suplir las carencias que existen en las relaciones, ofreciendo una alternativa hipotética que lleva a los concursantes a cuestionar sus vínculos actuales. 

Del pensamiento de Bauman se desprende una idea clave: si tu pareja no cumple con todas tus expectativas, siempre puede haber alguien dispuesto a ocupar su lugar. Esto refleja cómo las relaciones en la modernidad líquida se ven influidas por una lógica de consumo. Al igual que con los bienes materiales, las personas tienden a percibir sus vínculos afectivos como algo reemplazable, sujetos a la constante búsqueda de “algo mejor”. Según explica a elDiario.es Soraya Calvo González, este enfoque está muy relacionado con el miedo a “perderse nuevas experiencias, nuevas personas, nuevos caminos…”, simplemente por no querer cambiar. En el primer capítulo de esta nueva temporada, Montoya, otro de los concursantes, hablaba con su pareja Ana sobre el motivo por el que habían ido al programa: “Hemos venido aquí para eso, para darme cuenta de que ninguna tiene lo que me das tú”. Más adelante, Ana se enfada con el mismo Montoya y le critica tras escuchar como les dice a las solteras: “Estamos aquí para lo que surja”. Este miedo al compromiso o a tomar una elección definitiva de la que habla Bauman lleva a las personas a mantener abiertas todas las posibilidades. Es el ejemplo de Andrea, quien reconoce ante las cámaras haber sido infiel en todas sus anteriores relaciones, así como haber “tonteado con varios chicos” estando con Joel, su actual novio, justificando que su relación “estaba en crisis”. 

“La sociedad contemporánea promueve la autosuficiencia como una virtud suprema”, asegura a elDiario.es Belén Sánchez, psicóloga que practica terapia de pareja en su consulta. La profesional explica cómo actualmente se percibe la dependencia de otra persona, incluso en una relación segura y saludable, como una amenaza a la independencia o autonomía. Es por ello por lo que triunfan mensajes como “no necesitas a nadie para ser feliz” o se refuerza la idea de “no dejar que una pareja te anule o te coarte”, reflejando según Sánchez “una preocupación moderna por preservar la autonomía personal dentro de las relaciones”. Esta forma de pensar se refleja en cada episodio de La isla de las tentaciones.

Los solteros animan constantemente a las concursantes de Villa Playa a ser ellas mismas, a dejarse llevar y no permitir que pensar en sus parejas afecte a su comportamiento. Alba, una de ellas, recibe a menudo “ánimos” de los tentadores para que “se suelte” y “disfrute” sin pensar en su novio. Además, en Villa Montaña también se refuerza esta idea: en la primera hoguera, Gerard, uno de los novios, aconsejaba a su compañero Montoya: “Tú tienes que hacer en cada momento lo que sientas”. 

Bajo esta premisa de actuar con libertad justifican comportamientos que podrían dañar a sus parejas. En otra ocasión, Gerard defendía la idea de que comportarse sin limitaciones podría ser positivo para él y para Alba, su pareja, llegando a afirmar que a la relación le podría “venir bien tontear” y “jugar”. 

El 'reality' pone sobre la mesa los cambios en la forma de amar y relacionarnos en una sociedad marcada por la inmediatez y la incertidumbre, conceptos que Zygmunt Bauman ya definió como parte del “amor líquido”.


El factor de realidad que ofrece La isla de las tentaciones frente a series o películas es para Mireia Cosano lo que de verdad engancha a los espectadores. La neuropsicóloga cree que lo que puede enganchar es “ver parejas normales que pueden hacer que se sientan identificados con la relación, normalizando ciertas conductas o, al revés, dejar de normalizarlas en sus relaciones”. También provoca debates interesantes desde el punto de vista ético, amoroso, sociológico o, incluso, filosófico. Por ejemplo: ¿hay que hacer en cada momento lo que se sienta? ¿La autosuficiencia es una virtud suprema? ¿Como decía Machado, solo se canta a lo perdido? O incluso… ¿tú ves normal un coño en tu nuca?


Anabel Cuevas 26-1-25  El diario.es (adaptado)           

                                                                



¡¡MONTOYA, POR FAVOR!!

La secuencia de La isla de las tentaciones en la que Montoya ve en directo cómo su novia Anita se mete en la cama —y no para dormir— con un tentador reincidente, es un fenómeno internacional. Sucede como les cuento: Montoya, acompañado por Sandra Barneda, es invitado a ver en directo algunas imágenes de su novia, y coincide con que ella está manteniendo relaciones sexuales con un cazadamas llamado Manuel. Montoya corre por la playa, con rayos y truenos de fondo, hasta llegar a la villa donde está teniendo lugar la infidelidad. La Barneda, con su estilismo de cariátide, grita: “¡Montoya, por favor!”. Montoya llega a la piscina gritando y Anita desmonta a Manuel para ir a insultar a su novio (no, yo tampoco lo entiendo), quien va a la playa a berrear “¿Por qué?”. Anita pregunta “¿Qué dice?” y tres personas, entre ellos Manuel, responden al mismo tiempo “Por qué”. La Jezabel catalana cambia de opinión y corre, entre lágrimas, al encuentro de su apaleado novio. Esta secuencia tiene un poderío dramático que ya quisieran muchas películas. Pero claro, los extranjeros no nos conocen demasiado, y la exaltación romántica unida a la vulgaridad se les hace exótica: esos somos nosotros.
El clip ha dado la vuelta al mundo y ha sido usado por cuentas de equipos de fútbol, baloncesto, Fórmula 1, por actores, influencers, y empresas de todo tipo y condición. Gente de todas partes ha pedido traducción y se les ha concedido. Semejantes vocablos y acentos solo puede entenderlos un hablante nativo. No puedes traducir ese “Zarta la gamba”. Les fascinaba sin entender lo que decían, y entendiéndolo, mucho más. Ha salido hasta en The Guardian. Montoya ya es una celebridad efímera, pero mundial. No tiene que ser plato de buen gusto que tu dolor se convierta en un meme, y sin embargo es difícil ignorar la comicidad de semejante momento.

Por estas cosas los realities funcionan; cuando creemos que ya no dan más de si, te sorprenden con algo tan profundamente humano como inexplicable en el contexto de la vida civilizada. Por otro lado, Penélope Cruz, Pedro Almodóvar, Julianne Moore y Tilda Swinton no comparecen en la gala de los Goya. Dicen que están malos. Sospechaba que era para no responder a nada relacionado con Karla Sofía Gascón. La realidad, seguro, es más cruel: saben que jamás podrán competir contra algo tan contundente como el grito de “¡Montoya, por favor!”.
Jimina Sabadú 10/02/2025 EL PAÍS

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