viernes, 20 de octubre de 2017

La importancia de la coma (del vocativo)






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Resulta muy frecuente en un centro tan moderno recibir continuos correos electrónicos de los alumnos. Una amplísima mayoría de ellos llevan, con ligerísimas variantes, un encabezado similar a estos:



"aquí te mando el trabajo profe"/ "esta es mi presentación profe"/ "¿cuándo es el examen profe?"

En realidad, en estos casos se está usando (sin querer) "profe" como una especie de complemento del sustantivo, pero que no tiene sentido. Como si, además de "trabajos voluntarios", las "presentaciones Prezi" y los "exámenes fáciles", existieran los "trabajos profe", las "presentaciones profe" y los "exámenes profe". Pero no.
O como si fuera un nombre en aposición que funciona como complemento, como en el caso de "mi profe Víctor", "tu tía Ana" o "el Papa Francisco" (con mayúsculas). Pero tampoco.

Todos ellos son ejemplos de un error muy común: olvidar la coma del vocativo, es decir, la coma que es necesario situar SIEMPRE delante del sintagma que usemos para referirnos al receptor, sea el que sea.

"Feliz cumpleaños, papá"/ 
"Dime, mi amol"/ 
"Oye, , listillo, cállate"/ 
"A sus órdenes, capitán"/ 

Si queremos dirigirnos a nuestro interlocutor en mitad de una oración, situaremos el vocativo entre comas. Es decir, así:

"Mira, chico, yo a veces no te entiendo..."/ 

"Disculpe, camarero, tráigame un Trinaranjus"/

"Gracias, señor presidente, por sus palabras"/ 

"Te prometo, cariño, que no tenía cobertura".


Si no, cometeremos un error que puede dar lugar a malinterpretaciones.





Este último error nos recuerda una máxima que debemos tener en cuenta:
NUNCA JAMÁS ESCRIBAS COMA 
ENTRE EL SUJETO Y EL PREDICADO
(a menos que sea una aclaración, en cuyo caso debe estar entre dos comas que actuén como paréntesis).

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