martes, 2 de noviembre de 2021

NOVECENTISMO Y VANGUARDIAS

La agitación política y social ("la CRISIS FINISECULAR") vivida a comienzos del siglo XX tuvo su reflejo artístico en un movimiento que reaccionaba contra el orden establecido: la vanguardia
La vanguardia supone un ataque al racionalismo y a la idiosincrasia burguesa. La crisis de valores que se produce tras la Gran Guerra causó una desconfianza hacia las democracias y favoreció la radicalización de la sociedad, que giró hacia el fascismo o el comunismo.
Durante el periodo de entreguerras se vive una auténtica revolución intelectual que nace, entre otras, de la influencia de la teoría psicoanalítica y del marxismo. Modernismo y 98 A principios del siglo XX, un grupo de jóvenes inconformistas y rebeldes, preocupados por la estética y enfrentados al Realismo precedente, reciben la etiqueta de modernistas. Son característicos del Modernismo el exotismo, el cosmopolitismo y el amor a la elegancia. Su consagración a lo estético llevó a los autores a recurrir continuamente a la mitología, a la referencia a obras de arte y a términos musicales.

RUBÉN DARÍO 


Rubén Darío, nicaragüense, principal autor modernista e introductor de esta literatura en España, presenta tres etapas. En Azul… muestra la exterioridad sensible.

 

En Cantos de vida y esperanza se da voz al desengaño vital y poético, que hallará su máxima expresión en el poema “Lo fatal”.

POEMA "CANCIÓN DE OTOÑO EN PRIMAVERA". 

 


Manuel Machado (Alma) mezclará elementos modernistas y románticos con otros populares y andaluces. A las reflexiones profundas sumará la frivolidad, la ironía y el erotismo, para conformar una poesía muy personal.
LA COPLA

Hasta que el pueblo las canta,
las coplas, coplas no son,
y cuando las canta el pueblo,
ya nadie sabe el autor.

Tal es la gloria, Guillén,
de los que escriben cantares:
oír decir a la gente
que no los ha escrito nadie.

Procura tú que tus coplas
vayan al pueblo a parar,
aunque dejen de ser tuyas
para ser de los demás.

Que, al fundir el corazón
en el alma popular,
lo que se pierde de nombre
se gana de eternidad.

También va a ser uno de los mejores ejemplos del DECADENTISMO:


RETRATO

Esta es mi cara y ésta es mi alma: leed.
Unos ojos de hastío y una boca de sed...
Lo demás, nada... Vida... Cosas... Lo que se sabe...
Calaveradas, amoríos... Nada grave,
Un poco de locura, un algo de poesía,
una gota del vino de la melancolía...
¿Vicios? Todos. Ninguno... Jugador, no lo he sido;
ni gozo lo ganado, ni siento lo perdido.
Bebo, por no negar mi tierra de Sevilla,
media docena de cañas de manzanilla.
Las mujeres... -sin ser un tenorio, ¡eso no!-,
tengo una que me quiere y otra a quien quiero yo.

Me acuso de no amar sino muy vagamente
una porción de cosas que encantan a la gente...
La agilidad, el tino, la gracia, la destreza,
más que la voluntad, la fuerza, la grandeza...
Mi elegancia es buscada, rebuscada. Prefiero,
a olor helénico y puro, lo "chic" y lo torero.
Un destello de sol y una risa oportuna
amo más que las languideces de la luna
Medio gitano y medio parisién -dice el vulgo-,
Con Montmartre y con la Macarena comulgo...
Y antes que un tal poeta, mi deseo primero
hubiera sido ser un buen banderillero.
Es tarde... Voy de prisa por la vida. Y mi risa
es alegre, aunque no niego que llevo prisa.



Este pooema dedicado "A Alejandro Sawa" de Manuel Machado sirve de enlace entre ambos puntos de vista de la GENERACIÓN DEL 98, pues elegirá para honrar a uno de los grandes ejemplos del decadentismo nihilista y maldito, que a su vez inspirará la obra cumbre del esperpento de VALLE-INCLÁN, LUCES DE BOHEMIA:

Jamás hombre más nacido
para el placer, fue al dolor
más derecho.
Jamás ninguno ha caído
con facha de vencedor
tan deshecho.
Y es que él se daba a perder
como muchos a ganar.
Y su vida,
por la falta de querer
y sobra de regalar,
fue perdida.
Es el morir y olvidar
mejor que amar y vivir.
Y más mérito el dejar
que el conseguir.

 Asimismo, también trata el tema de Castilla como sus coétaneos de la GENERACIÓN DEL 98, aunque, como podemos observar, con un enfoque diferente, donde ya se aprecia la desacralización propia de la modernidad (o, en este caso, del modernismo -en el fondo, lo que hace con el Cid se asemeja a lo que hará Joyce con Ulises-).


CASTILLA
El ciego sol se estrella
en las duras aristas de las armas,
llaga de luz los petos y espaldares
y flamea en las puntas de las lanzas.
El ciego sol, la sed y la fatiga
Por la terrible estepa castellana,
al destierro, con doce de los suyos
-polvo, sudor y hierro- el Cid cabalga.
Cerrado está el mesón a piedra y lodo.
Nadie responde... Al pomo de la espada
y al cuento de las picas el postigo
va a ceder ¡Quema el sol, el aire abrasa!
A los terribles golpes
de eco ronco, una voz pura, de plata
y de cristal, responde... Hay una niña
muy débil y muy blanca
en el umbral. Es toda
ojos azules, y en los ojos. lágrimas.
Oro pálido nimba
su carita curiosa y asustada.
"Buen Cid, pasad. El rey nos dará muerte,
arruinará la casa
y sembrará de sal el pobre campo
que mi padre trabaja...
Idos. El cielo os colme de venturas...
¡En nuestro mal, oh Cid, no ganáis nada!"
Calla la niña y llora sin gemido...
Un sollozo infantil cruza la escuadra
de feroces guerreros,
y una voz inflexible grita: "¡En marcha!"
El ciego sol, la sed y la fatiga...
Por la terrible estepa castellana,
al destierro, con doce de los suyos
-polvo, sudor y hierro- el Cid cabalga.

Sin embargo, los escritores del Grupo del 98 presentan un lenguaje sencillo y sobrio y van a dedicarse fundamentalmente a la novela y el ensayo. Creen que la poesía debe expresar una visión diferente y más profunda de la realidad de las personas, antes que producir placer estético. Unamuno escribe con versos fuertes y ritmos abruptos obras como El Cristo de Velázquez.

 La poesía de Valle-Inclán queda reunida en Claves líricas, donde se refleja su evolución: Galicia, los problemas esenciales del ser humano y, finalmente, el esperpento.


ANTONIO MACHADO

Antonio Machado es un poeta dominado por la melancolía. En su primera etapa, de modernismo simbolista, escribe Soledades, galerías y otros poemas. En la segunda (Campos de Castilla) a su tendencia intimista se suma la preocupación por España y la denuncia de la perversión de las características genuinas de Castilla, que antaño fue mística y guerrera. En la tercera su poesía se depura para intentar expresar la esencia del sentimiento y opta por un tono filosófico (Proverbios y cantares). (...)

JUAN RAMÓN JIMÉNEZ

 Juan Ramón Jiménez concibe la poesía como belleza y como un modo privilegiado de conocimiento, que es superior al que concede la razón y que permite acercarse a lo esencial, lo universal y lo eterno. Incapaz de mejorar la realidad, el poeta debe crear otra realidad sencilla y hermosa. Comienza escribiendo con un estilo intimista y sencillo, de suave musicalidad y fuerte influencia becqueriana (Arias tristes). Pronto asume los aspectos más externos y vistosos del Modernismo (Poemas mágicos y dolientes). Después opta por la poesía pura e intelectual: despoja su obra de adornos, elimina lo narrativo y concentra los conceptos y los sentimientos. Estos poemas son densos y breves (Diario de un poeta recién casado). Finalmente escribe lo que se ha llamado poesía verdadera, que buscaba la perfección y depuración de las formas. Esta poesía explora el ámbito de lo trascendental, de lo divino, incluso de lo místico, con ciertas dosis de panteísmo (Dios deseado y deseante). Platero y yo es un libro tierno y sensible, en el que el autor emplea una prosa tan delicada que se ha dado en llamar prosa poética. Platero es el burro del poeta y el libro cuenta la conmovedora relación entre ellos. (...)



Los movimientos de vanguardia, también denominados ismos, quieren romper con la lógica y el sentimentalismo, y van en contra de la técnica y el clasicismo. Son muy abundantes y fugaces, y buscan la originalidad y la creatividad mediante la experimentación. El futurismo, caracterizado por la modernidad y la velocidad, y fundado por Marinetti, rechaza radicalmente el pasado, muestra atracción por las máquinas de reciente creación y por la violencia y se inclina hacia el progreso técnico y la modernidad. Entre sus técnicas están la destrucción de la sintaxis y la omisión de los signos de puntuación. El dadaísmo, de Tristan Tzara, pretende destruir la cultura, la expresión, el arte. Rastrea lo más primitivo del hombre, de ahí que busque lo absurdo y lo infantil. El cubismo, cuyo principal exponente es Apollinaire, creador de los caligramas, pretende plasmar la realidad desde diferentes puntos de vista simultáneos. El surrealismo, fundado por André Breton, es el movimiento más longevo y el que más obras produce. Muestra interés por el subsconciente, los sueños y los mecanismos mentales no sometidos a la razón. Su base intelectual es el psicoanálisis y utiliza como técnica la escritura automática mediante el alcohol, el sueño o cualquier proceso que libere al individuo del control de sus propios procesos mentales. El expresionismo recurre a métodos que reflejen el horror de la guerra, el miedo, la destrucción global. Movimientos de vanguardia en España En España también se desarrollaron movimientos de vanguardia. El ultraísmo, con Guillermo de Torre a la cabeza, forja una poética nueva buscando interpretaciones originales a situaciones y objetos cotidianos y renunciando al sentimiento. El creacionismo pretende crear el mundo con las palabras del poeta. Resulta fundamental la aportación de Juan Larrea y del chileno Vicente Huidobro (Altazor), que realizó textos de gran calidad en los que exhibió una inusual creatividad y una gran capacidad para la invención de nuevas imágenes. Ramón Gómez de la Serna fue un gran agitador de la conciencia de los escritores y trajo a España el gusto por las vanguardias europeas. Su visión fragmentaria de la realidad se refleja en sus greguerías, breves composiciones con imágenes sorprendentes, que funden el lirismo con el humor y lo absurdo. Conclusión El Modernismo supone el intento de reivindicar la belleza y la elegancia por sí mismas y el deseo de trascender la cruda realidad cotidiana para alcanzar un reino de fantasía. El Grupo del 98 aborda dos temas que siguen manteniendo su absoluta vigencia: el de la esencia de España y el del sentido de la vida. Las vanguardias culminan el grito de rebeldía que comenzó con el Romanticismo y se lanzan a la búsqueda de un arte que rompa con el realismo, con la lógica, con el sentimentalismo y con toda norma. El Grupo del 14 concentra el esfuerzo de un conjunto de escritores comprometidos con la búsqueda de un arte nuevo que rescate a España de su aislamiento y la incorpore a los movimientos de vanguardia que se desarrollan en el resto de Europa. (...)



EL MÁXIMO REPRESENTANTE DE LAS VANGUARDIAS EN ESPAÑA 

ES RAMÓN GÓMEZ DE LA SERNA:

 

La estrecha relación entre creación y premeditación literarias fue también un rasgo capital en Ramón Gómez de la Serna, para quien la autonomía estética no era, como en el caso de Jiménez, una indagación sobre la unidad del ser sino una inquietante pesquisa sobre la imprevisibilidad de un mundo disperso y sorprendente. El escritor viene a ser, en consecuencia, una suerte de atónito testigo, o a menudo incluso víctima, como reflejan alguna de sus novelas –El incongruente, y su larga autobiografía que llamó expresivamente Automoribundia. Se inició en el modernismo radical e insomne de su revista Prometeo y en ella descubrió la realización lingüística de la intuición instantánea de la vida y la realidad: lo que llamó “greguería” (palabra que significa usualmente griterío o bulla), un texto breve que a veces es la formulación de una sorprendente equivalencia o de una sospecha, que (como escribió su inventor) viene definida por la suma de “metáfora más humorismo”. La aplicó en forma monográfica a algunas de sus obsesiones más tenaces (en El Rastro, a la disolución del valor de los objetos; en El circo, a la exaltación de lo imprevisto; en Senos, al culto fetichista y algo edípico de lo femenino). Pero la greguería fue también el instrumento que dio carácter a sus biografías (las escribió de Azorín, Valle-Inclán y el pintor Solana, entre otros) y a sus novelas. Cuidó siempre la proyección pública de su imaginación y ejerció desde 1914 la jefatura de una singular tertulia que tuvo mucho de moderno happening o performance: las “sabatinas” del café de Pombo, que censó en los libros Pombo y La sagrada cripta de Pombo.

(Fragmento extraído de  Historia mínima de la literatura española de José Carlos Mainer)




No fue casual que también en la primavera de 1925 José Ortega y Gasset publicara en un volumen dos ensayos: La deshumanización del arte e Ideas sobre la novela, que hablaban fundamentalmente de una nueva relación de las artes con el público. Como su mismo título indicaba, La deshumanización del arte proclamaba el fin de la complicidad romántica de lo estético —la música, a la que se refiere en especial, pero también la literatura y la pintura— y el sentimentalismo burgués. Había sonado la hora final del trascendentalismo, tantas veces fingido, y la llegada de una creatividad provocativa y joven, que prefería el riesgo de una metáfora difícil a la caricia de un halago dulzón. Y si el arte nuevo era por naturaleza provocativo y rompedor, los relatos —como se leía en Ideas sobre la novela— habían de abandonar su labor notarial respecto a los conflictos y pasiones de la vida social y hacerse más morosos, íntimos y refinados, más analíticos de momentos difusos que de caracteres estables, más sutiles que masivos (la música de Debussy frente a la de Beethoven había sido el motivo inspirador del primer ensayo; una lectura admirativa de las novelas de Marcel Proust lo fue del segundo). Los interesados por lo nuevo —desde la explosión vanguardista que precedió a la guerra de 1914 hasta el recién nacido surrealismo de 1924— tuvieron su mejor vademécum en el concienzudo repertorio de Literaturas europeas de vanguardia que Guillermo de Torre publicó en la nueva editorial Caro Raggio en este año de 1925. Previamente, su joven autor (nació en 1900) había librado todas las batallas del ultraísmo desde noviembre de 1919, siempre en la línea de la ruptura estética y lejos de la otra componente del movimiento, más cercana a un radicalismo bohemio y romanticoide.




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