domingo, 25 de septiembre de 2022

EL ENIGMA DEL SCRIPTORIUM (Pedro Ruiz García)

 



Para comenzar, vamos a situar la obra en su contexto. Para ello, nos vendrán muy bien estos dos vídeos,
1) LA EDAD MEDIA EN 10 MINUTOS


2) 10 MENTIRAS SOBRE LA EDAD MEDIA:

Como hemos visto, la obra se situá en el espacio real que supone la Escuela de Traductores de Toledo en la época del reinado de Alfonso X.
Al tratarse de una NOVELA HISTÓRICA, ha realizado previamente una labor de investigación para ser precisa en su acercamiento a ese contexto histórico, que conocerás mejor tras ver este video.



Como siempre, en cualquier examen o actividad de lectura, deberás demostrar haber entendido y apreciado críticamente sus características literarias.
Te comparto de nuevo el esquema de Lourdes Doménech sobre LOS ELEMENTOS A COMENTAR EN EL ANÁLISIS DE UN TEXTO NARRATIVO:


 


1-¿Cómo empieza la historia? Explica cómo se llama esta estructura narrativa y en qué consiste.


2.¿Quién narra la historia? ¿Qué tipo de narrador es? ¿Por qué?



3-¿Quién es el protagonista? ¿Cómo es? ¿Es un personaje plano o redondo? ¿Por qué? ¿Es moralmente complejo? ¿Por qué? 


4-¿Hay momentos cómicos? ¿Y trágicos? ¿Entonces se trata de una comedia o una tragedia? Explica con detalle y profundidad qué efecto te ha producido esta mezcla de géneros como espectador.


5-¿Se trata de una narración? ¿Por qué?


6-¿Qué tipo de héroe/heroína dirías que es su protagonista: héroe/heroína clásico/a, héroe/heroína por accidente o antihéroe/antiheroína?



7-¿En qué tipo de espacio se desarrolla la acción? ¿Qué importancia tiene?



8-¿Esta historia contiene alguna enseñanza o moraleja? ¿Cuál es? ¿Está explícita -aparece- o implícita -se entiende-?



9-Explica cuál es su tiempo interno (duración) y tiempo externo (época en que sucede). 
* UNA RESEÑA ES UN TEXTO ARGUMENTATIVO DE OPINIÓN: con la información que has ido recopilando gracias al visionado de la película, tus reflexiones y las preguntas anteriores, redacta un texto adecuado, cohesionado y coherente. 

Recuerda usar conectores, evitar repeticiones innecesarias, emplear un vocabulario preciso, rico y completo y, sobre todo, asegúrate de que tu reseña sea una defensa argumentada de tu punto de vista personal y resulte entretenida, divertida, interesante o, al menos, digna de ser leída

FRAGMENTOS INTERESANTES PARA COMENTAR EN CLASE Y/O EN EL EXAMEN:

Esta trágica noche en el scriptorium es lo primero que me viene a la cabeza al echar la mirada atrás, a pesar de que fueron muchos los sucesos que se precipitaron durante aquellos días. No supone el comienzo de mi historia ni tampoco su final, aunque después de analizarlo detenidamente, puede interpretarse como su punto de inflexión, de no retorno: el instante en el que alguien te empuja al río, después del cual solo te resta intentar salir a flote y alcanzar la orilla. En una ocasión, don Martín me dijo que a veces es uno el que decide qué camino seguir, y que otras es el propio camino el que se precipita sobre tus pasos. Solo con el transcurso del tiempo he comprendido sus palabras. Ni aquel caballero musulmán ni yo tendríamos que haber estado en el scriptorium a esas horas, pero la línea del destino parecía haber tomado su decisión: el camino se había abalanzado sobre nosotros. Hasta ese día, yo no era más que una simple aprendiz que de lo único que andaba sobrada era de sueños; una joven que vivía de prestado, cuyas pertenencias se reducían a un stilarium –un estuche con los correspondientes útiles de pintura y escritura– y un tratado de Maimónides usado hasta la saciedad, pero que poseía unas láminas y miniaturas admirables. Mis escasos recursos nunca me habían permitido viajar más allá de tres leguas siguiendo la vega del Tajo, y mi experiencia más arriesgada llegaba cada miércoles, cuando mi pelo se llenaba de telarañas; mis pulmones, de aire nauseabundo, y mi saya, de polvo al recorrer los subterráneos de San Ginés. No obstante, aquella noche lo cambió todo. (...) Resulta curioso cómo unos pocos minutos logran alterar el rumbo de toda una vida... Aunque me estoy anticipando. Para comprender la espiral de sucesos en la que me vi atrapada después de aquella aciaga noche, es preciso que me remonte dos días. (...)


Un silencio incómodo sobrevino al cabo de mis palabras. Me percaté de la afilada mirada que mi maestro mantenía clavada en mí. Cuando despegó los labios para hablar, supuse que estaba a punto de reprocharme haber socavado su autoridad; no tardé en comprender lo equivocada que estaba. –En el dibujo original –planteó el maestro Yehuda–, los participantes juegan a los dados; me gustaría saber por qué en tu dibujo te has decantado por el juego de las tablas astronómicas. Antes de hablar, tomé aire con la intención de calmar el ímpetu con el que el corazón me golpeaba el pecho. –Los juegos de tablas son los preferidos por la mayoría del pueblo –después de la consabida afirmación, resolví cuál iba a ser el hilo de mi razonamiento–. Además, el juego de los dados depende únicamente de la suerte y suele practicarse en las tabernas. En las tablas no solo influye la suerte que te otorguen los dados, sino que hay que sumarle la pericia del participante. En la vida real, nuestra existencia suele estar condicionada por los infortunios que pueda deparar el destino: las sequías, las plagas, las guerras… Y continuamente debemos recurrir a nuestras habilidades y capacidades para sobreponernos; tal vez sea esta similitud con la realidad la que explique el gusto mayoritario por los juegos de tablas, y de aquí mi decisión. Un nuevo silencio prevaleció en el cuarto. Maese Vergara había tomado el dibujo de nuevo y lo observaba como si hubiera un detalle en el que antes no había reparado. –Las proporciones son correctas y el trazo firme –resolvió. (...)

no logré discernir si la expresión complaciente que mostraban los maestros era consecuencia de mi admisión en el convento, del agrado que les producía el nuevo miembro que ingresaba en el gremio o de la combinación de ambas cosas. La inmensa alegría que me invadió al ver cumplido el sueño que llevaba persiguiendo cuatro años se vio ensombrecida repentinamente. ¿Cómo no había reparado en ello? Se antojaba inconcebible que, superada la primera etapa de aprendiz, una mujer adulta que no estuviese consagrada al voto religioso ejerciese en el scriptorium junto al resto de hombres. Mi vida quedaría reducida a proseguir mi formación en el scriptorium real durante la parte del día que me permitiera la sacrificada y casta reclusión que se vivía entre los cuatro muros del cercano convento de las dominicas. –Decidido –se incorporó el maestro Yehuda–. El gremio acepta el ingreso de Francisca como aprendiz de pleno derecho –sentenció con voz neutra. Los otros maestros se levantaron y, deshaciendo sus m (...áscaras de seriedad, me estrecharon la mano y me dirigieron sus parabienes. Llegado el turno del maestro Yehuda, me pareció percibir en su expresión un destello de emoción contenida. El inesperado gesto que protagonizó a continuación vino a confirmar mis sospechas: se aproximó y me abrazó. –Enhorabuena –musitó. Semejante cumplido de una persona a la que admiraba con secreta devoción, y a la que jamás había oído expresar sus emociones, hizo que el rubor me subiese hasta el rostro y que el color de mi tez, habitualmente pálido, se asemejase al de una cereza. –Esto no quiere decir que vayas a librarte del castigo por haberme desobedecido –agregó contradictoriamente, mientras su acostumbrado semblante de seriedad volvía a apoderarse de sus facciones. (...)

Normalmente, los equipos de traducción estaban formados por dos estudiosos: un especialista en hebreo o árabe, y otro ocupado en volcar lo interpretado por el primero al romance o al latín. Pero los maestros Yehuda, Abdel Hadi y Fray Núñez eran expertos en los campos del hebreo, el árabe y el latín, respectivamente. –Muy sencillo –observé–. Tal vez ese noble esté interesado en que tu padre se encargue de las ilustraciones de una traducción del árabe al latín (...)


Me aproximé hasta quedar a un paso de él y por mi mente atravesó la idea de que Eliezer, definitivamente, había dejado atrás la imagen del niño que había conocido cuatro años antes. El periplo que había afrontado a lo largo de su aprendizaje era digno de mención. Atendiendo a su especialidad como traductor, tal y como era costumbre en la formación hebrea, a los tres años había comenzado a leer la Torá y, una vez cumplidos los doce, había completado el estudio de la Mishná y el Talmud. Sus jornadas de estudio comenzaban al alba, y era habitual que se prolongaran durante once o doce horas al día. En los últimos cinco años había perfeccionado sus conocimientos de latín y romance, y había profundizado en las lecturas bíblicas y talmúdicas. Todos los maestros coincidían en que era uno de los aprendices más destacados del scriptorium. (...)

–Hay mujeres que han acabado en la hoguera acusadas de brujería por mucho menos que vender un tratado de medicina. Así era el carácter de Eliezer: objetivo, racional, temeroso, obediente e invariablemente pesimista. Se aproximó, me dedicó una mirada compungida y señaló: –Deberíamos disolver nuestra sociedad. Seamos realistas, Francisca –me agarró de un hombro–, nadie comprará una traducción realizada por unos aprendices. –Esta vez no diré que el libro es nuestro –concluí con una sonrisa de abierta complicidad. (...)

Gracias a la Escuela de Traductores, Toledo se había convertido en una de las capitales del conocimiento. Eruditos de las tres religiones volcaban todo el saber acumulado durante siglos al latín y al romance, y cruzarse con estudiosos ávidos de conocimiento llegados de toda Europa era cada vez más habitual. Los médicos en ciernes eran de los más numerosos; muchos de los nobles y religiosos disponían de la suma para adquirir los revolucionarios tratados de Avicena y Maimónides, y sin embargo, tanto el scriptorium real como el catedralicio carecían de manuscritos suficientes, y solo les ofrecían la posibilidad de consultar las traducciones de los dos sabios. En ese punto es donde yo había visto el negocio.

"Por lo demás –prosiguió el conde de Auvernia sin inmutarse–, resulta indudable que es una traducción directa del original en lengua judía. Es la primera vez que leo explicaciones tan complejas e innovadoras, que dicho sea de paso, contrastan en gran medida con la doctrina médica comúnmente aceptada en Borgoña, y me atrevería a decir que en toda Europa. En cuanto a sus dibujos y disecciones, no es frecuente encontrarse con unas láminas tan realistas. Resultan… –se tomó unos segundos para dar con la palabra que buscaba–, resultan extraordinarias –concluyó alzando la barbilla. El noble se aproximó hasta uno de sus secretarios y regresó con una bolsa de cuero en la mano. Al ver que me la ofrecía, la tomé mecánicamente y, por un momento, permanecí tan inmóvil como una estatua de madera. –Sería conveniente que las contaras. Un subrepticio pisotón de Almudena me hizo reaccionar. –Hay más de lo acordado –señalé, pues la cantidad superaba diez veces el precio establecido. –Mi compromiso era adquirir al menos el primer cuadernillo de muestra –aclaró–. Dile a tu señor que quiero todo el libro, cosido y con pastas de vitela a poder ser –permitió que transcurriesen algunos segundos para dejar claro que, más que de una sugerencia, se trataba de una exigencia–. Tengo prevista mi marcha dentro de un mes; antes de esa fecha, me entregaréis el libro acabado y yo os daré otra bolsa como esa. ¿Crees que a tu maestro le parecerá un precio razonable? Sentí que mis ojos se agigantaban. ¡Había aceptado! Iba a lanzar un chillido de alegría cuando Almudena, tal vez advirtiéndolo, me tiró de la falda con disimulo. –Estoy convencida –acerté a decir. (...)

A medida que se iba acercando el momento crítico, mi rechazo a enclaustrarme había aumentado hasta transformarse en un nudo asfixiante. Aunque el periodo hasta tomar los hábitos definitivamente se prolongaba alrededor de cuatro años, mi compromiso con la vida conventual debería ser ejemplar desde el primer momento. Ayunos, oración, recogimiento, asistencia a los oficios religiosos diurnos y nocturnos… No. Aunque supusiese la renuncia a continuar en el scriptorium, mi decisión estaba tomada.


No hay comentarios:

Publicar un comentario