martes, 13 de junio de 2017

MILLENNIALS: si no exisieran... ¿habría que inventarlos?


Los millennials (nacidos entre 1980 y 2000) vienen pisando fuerte. No hay empresa, organización o político que no dedique sus esfuerzos a alcanzar, convencer o movilizar a estos hijos de la revolución tecnológica. Todos tienen como objetivo conquistarles. Sin embargo, no existe constancia de que ellos hayan nacido y crecido con los valores del civismo y la responsabilidad. Hasta este momento, salvo en sus preferencias tecnológicas, no se identifican con ninguna aspiración política o social. Su falta de vinculación con el pasado y su indiferencia, en cierto sentido, hacia el mundo real son los rasgos que mejor los definen. En ese sentido, es probable que el eslabón perdido de esta crisis mundial generalizada resida en el hecho de que son una generación que tiene todos los derechos, pero ninguna obligación.
Me encantaría conocer una sola idea millennial que no fuera un filtro de Instagram o una aplicación para el teléfono móvil. Una sola idea que trascienda y que se origine en su nombre. Porque, cuando uno observa la relación de muchos con el mundo que les rodea, parecen más bien un software de última generación que seres humanos que llegaron al mundo gracias a sus madres.
Aquellos millennials que viven sumergidos en la realidad virtual no tienen un programa, no tienen proyectos y solo tienen un objetivo: vivir con el simple hecho de existir. Al parecer, lo único que les importa es el número de likes, comentarios y seguidores en sus redes sociales solo porque están ahí y porque quieren vivir del hecho de haber nacido.

Enseguida surgió una gran indignación que se materializó en varios artículos de respuesta, como este de Beatriz Serrano, que demuestra lo fácil que es repetir el esquema cambiando de blanco (y dirigiéndose a la generación de Navalón):
Los baby boomers (nacidos entre 1946 y 1965) se niegan a aceptar que su tiempo ya pasó. No hay empresa, organización o político que no dedique sus esfuerzos a explicarles cómo diantres funciona un smartphone o a fingir una paciencia infinita cuando exigen "hablar con el encargado" en un restaurante. Todos tienen como objetivo tranquilizarles para que no monten su enésimo pollo en la puerta del Vips porque su código de descuento caducaba ayer, pero ellos no se habían enterado. No existe constancia de que los baby boomers hayan nacido y crecido con los valores del civismo y la responsabilidad. Hasta este momento, salvo por sus equipos de fútbol y el mismo partido al que llevan votando los últimos 30 años, no se identifican con ninguna aspiración política o social. Su excesiva fijación por el pasado y su indiferencia, en cierto sentido, hacia el futuro y lo que está por venir son los rasgos que mejor los definen. En ese sentido, es probable que el eslabón perdido de esta crisis mundial generalizada resida en el hecho de que son una generación que tiene la tranquilidad de quien lleva calentando la misma silla durante los últimos 30 años, pero ninguna obligación.
Me encantaría conocer una sola idea baby boomer que no fuera un "pues en mis tiempos todo era mejor" o "los chavales de ahora son todos unos vagos". Una sola idea que trascienda y que se origine en su nombre. Porque, cuando uno observa la relación de muchos con el mundo que les rodea, parecen más bien una radio vieja emitiendo en bucle un soniquete atronador que seres humanos que llegaron al mundo gracias a sus madres.
Aquellos baby boomers que se saturan cuando tienen que hacer un poquito de multitasking o comprar un partido de fútbol en una televisión inteligente no tienen un programa, no tienen proyectos y solo tienen un objetivo: quejarse a todas horas. Al parecer, lo único que les importa es comprar una casa y luego ponerse a especular con ella.
Hasta el propio periódico que inició la mecha, El País, tuvo que dar entrada a un artículo que parecía rectificar la línea defendida por su columnista poco antes:
Cada generación que ha afrontado una crisis o protagonizado un cambio de época se enfrenta a la caricaturización, cuando no al insulto, al desprecio o a la culpabilización de quienes no han entendido la magnitud de las transformaciones y se niegan a asumir que el futuro no se construye con los mismos moldes. Algunos olvidan muy rápido que alguna vez ellos también fueron jóvenes. Es lo que ocurre ahora con algunos retratos que se hacen de los millennials, que representan la frustrante incomprensión que para muchas personas, no solo mayores sino de todas las edades, tienen las transformaciones de la sociedad digital.
En una reciente columna de opinión publicada en este diario se acusa a los millennials de ser una generación que a pesar de tener todos los derechos, no reconoce ninguna obligación; de querer “vivir del hecho de haber nacido”; de no ser capaces de escuchar; de no haber demostrado nuestros valores cívicos; e incluso de ser los responsables de que Trump ganase las presidenciales norteamericanas. Para demostrar la falsedad de esta última afirmación no hace falta más que recurrir a los estudios poselectorales: quienes votaron en mayor medida a Trump fueron los mayores, no los jóvenes.
Juan Luis Sánchez recogió estas ideas en otra columna que sirve de recapitulación.

 ¿Y a ti? ¿Quién te ha convencido más? ¿Por qué? ¿Cuál es tu opinión al respecto?
¿Qué opinas de tu generación? ¿Crees que se puede/debe meter a todos en un mismo saco? ¿Qué distinciones harías?
Por cierto, en teoría los millennials somos los nacidos entre 1980 y 2000... ¿te parece que tú y yo formamos parte de la misma generación? ¿Por qué? ¿Qué nos une? ¿Qué nos separa?



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