miércoles, 29 de abril de 2015

Microrrelatos "Por los huesos de Cervantes"


Seguimos ofreciendo ejemplos de "minicuentos" que os sirvan de inspiración para el IV Certamen de Microrrelatos del Instituto Chaves Nogales (y, de paso, os recordamos las bases: un máximo de 150 palabras de tema libre y con plazo hasta el miércoles 6 de mayo, fecha en que celebraremos el Día del Libro en el centro).

En este caso, aprovechando que se acaba de cumplir el IV centenario de la publicación de la Segunda Parte de Don Quijote de la Mancha y, como seguramente habrás visto en las noticias, por fin se han encontrado los restos del pobre Miguel de Cervantes, añadimos unos textos publicados sobre el tema por el suplementeo  El Cultural el pasado 17/04/2015.


Zurda (Andrés Neuman)

En el barrio de allá, en el rincón más descreído de la iglesia, al final de la cripta, al fondo del subsuelo, confundida con un crucigrama de dientes, biografías y articulaciones, compartiendo desmemoria con otros nombres propios, deletreando la incógnita de sus vecinos, vulnerada por guerras no necesariamente épicas, con la sinceridad de aquello que está sucio, satirizando el guante del manual, ancha del uno al cinco, en plenitud a su manera, con menos calcio que rigor, resistiendo por pura convicción narrativa, prodigiosamente ajena a subvenciones y otras necrofilias públicas, una mano izquierda continúa trazando garabatos que nadie lee.


En paz descanse (Jenn Díaz

Que son de perro, esos huesos. Que no, cómo van a ser de perro. Que te digo yo que son de perro, que murió el mío hace unas semanas y eran clavados a estos huesos. Que no, cómo van a ser de perro, tú sí que eres un perro, es porque están deteriorados, pero son de humano. Pues mi perro tenía los huesos clavados a éstos, te lo digo de verdad y si no me crees me vas a obligar a desenterrarlos del jardín y enseñártelos. Entonces será que tu perro era Cervantes, a ver, el del Quijote, porque éstos son los suyos. Pero cómo van a ser los suyos, si están mezclado con otros huesos, y hasta con los de perro. ¿No ves que cuando Cervantes murió la gente no tenía perro de compañía? Claro que tenían perros, siempre se han tenido perros, cómo va a vivir el hombre sin ese amigo que es el perro. Pues Cervantes no tenía perro. Y ahora no tiene huesos. Que sí, que te digo que éstos son sus huesos. Y yo te digo que son los huesos de los antepasados de mi perro, en paz descanse. 

Receta para un clásico (Elena Medel) 

Se necesita un escritor de tamaño grande, limpio, consagrado y con piel; dos forenses; tres arqueólogos; un filólogo; una patata; varios tomos de obras completas en distintas ediciones a lo largo de la historia, según su recepción; un lápiz para subrayar y un smartphone para retransmitir; unos granos de pimienta negra; sal; un periodista. Recomendamos utilizar una cazuela grande, con espacio para todos los ingredientes. Incorpora primero el fragmento de huesos centenarios del escritor, limpios y lavados, para quitar posibles restos que entorpezcan su consumo. Cubre con cuatro libros de agua y lleva a ebullición. Incorpora a los expertos, peleados y troceados; que no se desaproveche la parte verde del filólogo. Adereza con una cucharada de sal y ciento cuarenta de pimienta. Deja cocer a fuego lento durante varios días, o varias horas, o varios siglos, hasta obtener un caldo sustancioso. No espumes la superficie: déjalo turbio. Añade pasta y cuécela durante unos minutos. Sírvela al momento. 


Huesos/Bones (Carlos Zanón

Cervantes encendió el televisor y supo que sí, esta vez los habían encontra-do. En cuestión de días el ADN le delataría. La partida se había acabado. Sonó el móvil. 

Aceptó la llamada: -Te echaré de menos. 

-Siempre te quedará Cleopatra. 

Will no era mal tipo pero era pésimo fingiendo ser humano. Aquel bardo seguiría vagando mucho tiempo más por aquí mientras que él, una vez certificados que esos huesos son los suyos, deberá desaparecer de entre los vivos. Al principio Cervantes trató de vivir como un hombre de acción pero ¿para qué engañarse? fue leyendo y escribiendo cuando fue feliz. Durante un tiempo siguió con lo del teatro -“El gran galeote” fue otra vez incomprendida- y con Will hicieron buenas cosas -ese Capitán Ahab mitad Quijano mitad Lear- hasta que las teleseries los separaron. Al inglés le iban más los culebrones de matones y a él las sitcoms. Pero no dejaba de ser mala suerte que ahora que le renovaban con True Detective, sus compatriotas, hayan encontrado los puñeteros huesos. 

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