¡Basta ya de la desgracia que siempre acecha a los pobres!
MAHI BINEBINE (10/09/2023. EL PAÍS).
No viví el terremoto de Agadir en 1960, pero viví el de Alhucemas en 2004. Y aún me acuerdo de esa sensación de náusea y de esa ira contenida, ante lo que me parecía una siniestra injusticia del destino, y me recuerda que siempre son los pobres los que pagan el pato. La televisión hurgaba en la herida mostrando hasta la saciedad el dolor de los supervivientes; un dolor contenido por una dignidad que nos sonroja, a nosotros, los afortunados que nos hemos salvado, culpables de olvidar incluso la existencia de estos condenados de una tierra que ruge especialmente contra los desfavorecidos.
Y hete aquí que la tierra vuelve a hacer de las suyas y empieza a rugir de nuevo, causando dolor y expulsando a la gente de su refugio. Hombres, mujeres, niños, presos del pánico, perdidos bajo un cielo indiferente a la desgracia que sorprendió al país en las primeras horas de la noche. Sabía que las imágenes inundarían los teléfonos móviles y que WhatsApp sería el corifeo de una especie de coro demiurgo, que distribuiría el horror y la desgracia con imágenes robadas por aquellos cuyo vecino o amigo puede estar entre las víctimas. Triste uso del progreso.
Basta ya de la desgracia que siempre acecha a los pobres, los desgraciados y los que no tienen futuro; esos pueblos de las orillas de los oueds [ríos], las laderas de las montañas y las periferias saturadas. Y no porque acabamos acostumbrándonos a todo podemos confundir fatalidad y resiliencia.
Y luego, nos tranquilizamos un poco, sin avergonzarnos, escondiéndonos detrás de la resiliencia del pueblo marroquí, como si ese simple viático pudiera absolvernos de nuestra indiferencia diaria ante el destino de esas poblaciones rurales, a menudo privadas de lo indispensable y aferradas a la vida en chozas, hechas de barro y saliva, construidas con sus manos callosas, y conminadas a resistir lo mejor que puedan las furias de las crecidas de los oueds o, paradójicamente, la sequía.
Sabemos que, después del desastre, el número de muertos y desaparecidos aumentará de hora en hora, día a día, a medida que se retiren los escombros, y que las miradas se volverán muy rápido hacia ese país profundo, en lo que queda de las chabolas de adobe y las aldeas desaparecidas. También sabemos que todo el país, con la solidaridad proverbial que lo caracteriza, hará todo lo posible para calmar el inmenso dolor. Pero también sabemos que una vez que las lágrimas se sequen, los supervivientes reconstruirán otras casas de adobe con sus manos, esperando que el cielo sea un poco más clemente y que el sol finalmente salga para ellos.
En una tierra del islam, alimentada durante siglos por las promesas de una solidaridad legal, a veces seguimos preguntándonos, cuando los hombres fracasan: “¿Y dónde está Dios en todo esto?”.
1.Enuncia el tema de este texto utilizando un SN, cuyo núcleo sea un sustantivo abstracto, con tantos CN como sea necesario para acotar la intención del autor.
2.Haz un resumen del texto: escribe un único párrafo de entre cinco y ocho líneas que muestre de forma breve pero completa lo que dice el autor del texto. Debe estar redactado en 3ª persona y no utilizar frases textuales.
3.- Determina la estructura del texto (señala las partes en que puede dividirse el texto en función de su contenido explicando por qué) y, si puedes, indica qué nombre recibe.
4-¿Qué modalidad textual predomina? ¿Por qué? ¿Hay alguna otra que tenga importancia? Señálalas y explica por qué. Señala también las secuencias.
5-¿Se trata de un texto adecuado, cohesionado y coherente? Señala los elementos que te han permitido llegar a esa conclusión.
Atiende principalmente a la progresión temática, el campo semántico y señala los conectores, el uso de recurrencia semántica (con sinónimos totales o parciales), mecanismos de recurrencia o repetición (mediante hipónimos o hiperónimos) y si hay cohesión gracias a referencias, conjunciones, elipsis o repeticiones.
*BONUS:
-¿La desgracia siempre acecha a los pobres? ¿Los pobres necesitan a Dios más o menos que los ricos? ¿Por qué?
-Vuelve a leerlo y reflexiona: ¿Te parece acertado el párrafo final? ¿Por qué? ¿Crees que el artículo de opinión ganaría o perdería si acabara antes?
¿Esa pregunta final espera respuesta? ¿Cómo se llaman este tipo de preguntas? ¿Te parecen un buen recurso retórico?
¿Crees que, en general, Dios es una buena respuesta para algunas preguntas? ¿Y la religión?
¿Esto pasa más o menos en casos de grandes tragedias (personales o generales)?
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