miércoles, 20 de enero de 2021

LOPE DE VEGA: la "tercera vía" del clasicismo barroco

 

Lope de Vega es uno de los autores más importantes del Siglo de Oro y, por tanto, de toda la literatura española y universal.

En esta entrada estudiaremos su faceta como autor teatral, donde renueva para siempre el teatro español marcando una huella profundísima en los autores posteriores.

Sin embargo, en este caso vamos a centrarnos en su producción lírica.


UN SONETO ME MANDA HACER VIOLANTE…

Un soneto me manda hacer Violante

que en mi vida me he visto en tanto aprieto;

catorce versos dicen que es soneto;

burla burlando van los tres delante.


Yo pensé que no hallara consonante,

y estoy a la mitad de otro cuarteto;

mas si me veo en el primer terceto,

no hay cosa en los cuartetos que me espante.


Por el primer terceto voy entrando,

y parece que entré con pie derecho,

pues fin con este verso le voy dando.


Ya estoy en el segundo, y aun sospecho

que voy los trece versos acabando;

contad si son catorce, y está hecho.

DESMAYARSE, ATREVERSE…

Desmayarse, atreverse, estar furioso,

áspero, tierno, liberal, esquivo,

alentado, mortal, difunto, vivo,

leal, traidor, cobarde y animoso;


no hallar fuera del bien centro y reposo,

mostrarse alegre, triste, humilde, altivo,

enojado, valiente, fugitivo,

satisfecho, ofendido, receloso;


huir el rostro al claro desengaño,

beber veneno por licor süave,

olvidar el provecho, amar el daño;


creer que un cielo en un infierno cabe,

dar la vida y el alma a un desengaño;

esto es amor, quien lo probó lo sabe.

IR Y QUEDARSE Y CON QUEDAR PARTIRSE

Ir y quedarse, y con quedar partirse,

partir sin alma y ir con alma ajena,

oír la dulce voz de una sirena

y no poder del árbol desasirse;


arder como la vela y consumirse

haciendo torres sobre tierna arena;

caer de un cielo, y ser demonio en pena,

y de serlo jamás arrepentirse;


hablar entre las mudas soledades,

pedir pues resta sobre fe paciencia,

y lo que es temporal llamar eterno;


creer sospechas y negar verdades,

es lo que llaman en el mundo ausencia,

fuego en el alma, y en la vida infierno.

DULCE DESDÉN, SI EL DAÑO QUE ME HACES

Dulce desdén, si el daño que me haces

de la suerte que sabes te agradezco,

qué haré si un bien de tu rigor merezco,

pues sólo con el mal me satisfaces.


No son mis esperanzas pertinaces

por quien los males de tu bien padezco

sino la gloria de saber que ofrezco

alma y amor de tu rigor capaces.


Dame algún bien, aunque con él me prives

de padecer por ti, pues por ti muero

si a cuenta dél mis lágrimas recibes.


Mas ¿cómo me darás el bien que espero?,

si en darme males tan escaso vives

que ¡apenas tengo cuantos males quiero!

Como ves, Lope de Vega es uno de los grandes maestros en el arte del soneto. El soneto, recuerda, es un poema estrófico que España importa del Renacimiento italiano y que alcanza su auge y esplendor durante el siglo de oro.

Consiste en 14 versos endecasílabos repartidos en dos cuartetos y dos tercetos. Tiene rima consonante (propia de la poesía culta) y su esquema métrico es ABBA, ABBA (los tercetos varían).

Como has podido comprobar, su estructura externa (en dos cuartetos y tercetos) plantea la posiblidad de desarrollar efectivas estructuras internas (desplegando normalmente la introducción o descripción al principio y la conclusión o tesis al final).

Sin embargo, los autores del Barroco no solo escriben sonetos, sino también otras estrofas propias de la poesía culta como la lira, la silva...

Y, no lo olvidemos, se produce un resurgimiento de la poesía de raíz popular mediante el uso de sextillas o, sobre todo, romances. 

Como bien sabes, el romance es el poema estrófico más característico de la poesia popular. Consiste en una tirada (número indeterminado) de versos octosílabos que riman los pares en asonante mientras quedan los impares libres.

A MIS SOLEDADES VOY, DE MIS SOLEDADES VENGO

A mis soledades voy.

De mi soledades vengo,

porque para andar conmigo

me bastan mis pensamientos.


¡No sé qué, tiene la aldea

donde vivo y donde muero,

que con venir de mí mismo

no puedo venir más lejos!


Ni estoy bien ni mal conmigo;

mas dice mi entendimiento

que un hombre que todo es alma

está cautivo en su cuerpo.


Entiendo lo que me basta,

y solamente no entiendo

cómo se sufre a sí mismo

un ignorante soberbio.


De cuantas cosas me cansan,

fácilmente me defiendo;

pero no puedo guardarme

de los peligros de un necio.


Él dirá que yo lo soy,

pero con falso argumento;

que humildad y necedad

no caben en un sujeto.


La diferencia conozco,

porque en él y en mí contemplo,

su locura en su arrogancia,

mi humildad en su desprecio.


O sabe naturaleza

más que supo en otro tiempo,

o tantos que nacen sabios

es porque lo dicen ellos.

(...)

No puede durar el mundo,

Porque dicen, y lo creo,

que suena a vidrio quebrado

y que ha de romperse presto.


Señales son del juicio

ver que todos le perdemos,

unos por carta de más,

otros por carta de menos.


Dijeron que antiguamente

se fue la verdad al cielo:

tal la pusieron los hombres

que desde entonces no ha vuelto.


En dos edades vivimos

los propios y los ajenos,

la de plata los extraños,

y la de cobre los nuestros.


¿A quién no dará cuidado,

si es español verdadero,

ver los hombres a lo antiguo

y el valor a lo moderno?

(...)

Con esta envidia que digo,

y lo que paso en silencio,

a mis soledades voy,

de mis soledades vengo.


AL DESPRENDIMIENTO DE CRISTO Y LA VIRGEN.

Los dos más tiernos esposos,

los dos más tiernos amantes,

los mejores Madre e Hijo,

porque son Cristo y su Madre.


Tiernamente se despiden,

tanto, que en solo mirarse,

parece que entre los dos

se está repartiendo el cáliz.


Hijo, le dice la Virgen:

¡ Ay ¡ ¡ Si pudiera excusarte

de esta llorosa partida

que las entrañas me parte!

A morir vais, hijo mío,

por el hombre que criasteis,

que ofensas hechas a Dios,

sólo Dios las satisface.

No se dirá por el hombre:

quien tal hace que tal pague,

pues que vos pagáis por él

al precio de vuestra sangre.


Dejadme, dulce Jesús,

que mil veces os abrace,

porque me deis fortaleza


Aunque un Ángel me dejéis

no es posible consolarme,

que ausencia de un Hijo Dios

no puede suplicarla un Ángel.

Yo siento vuestros azotes

porque vuestra tierna carne,

como es hecha de la mía

hace también que me alcance (...).

AL ECCE-HOMO.

Pues el juez más lisonjero

que con su príncipe ha sido,

por interés de su gracia

y por no perder su oficio

En un balcón de su casa

azotado y escupido,

para que el pueblo le vea

puso al inocente Cristo.


Después de noche tan fiera

aparece el sol teñido

en sangre, y en vez de rayos

puntas de juncos marinos.

A las llagas de su cuerpo

pegado el rojo vestido,

que también se hiciera rojo

si fuera de blanco armiño.

Veis aquí, les dice, al hombre

a quien desde el cielo dijo,

con su voz el Padre Eterno:

este es mi Hijo querido.

Aquí le traigo enmendado:

oh, ¡qué extraño desatino,

querer enmendar a un Dios

tan bueno y tan infinito!.

Quita, quita, le responden

viejos, ancianos y niños;

muera, muera, muerte infame,

pues hijo de Dios se hizo.

Ay, Jesús, Hijo de Dios,

que ese nombre y apellido

no le tenéis Vos hurtado,

que sois igual a Dios mismo (...)




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