sábado, 16 de enero de 2021

"Merichane" de Zahara o la literatura confesional como catarsis.

 




Yo estaba ahí cuando todos bailaban,
mojaban el dedo,
se creían eternos.
Yo estaba en el baño aguantando la puerta con mi espalda,
mientras les besaba la lengua. Yo estaba ahí en las oficinas de Universal,
tragando sermones sobre mi gran potencial.
Yo estaba ahí abrazada a la taza del váter,
yo era incapaz de soltarla y ellos de mirarme. Yo estaba ahí en urgencias acariciando el límite,
necesitaba algo infalible.
Yo estaba de rodillas pidiendo perdón a vuestro Dios
por no saber decirle que no. Yo o-o-o-o-o-o,
a-a-a-aun ahí sin saber salir.
Yo o-o-o-o-o-ooooo,
a-a-a-a-aun ahí-í-í,
sin saber salir.
Y no logro huir. Yo estaba ahí cambiándole el nombre a mis amantes
en la lista de contactos.
Yo estaba ahí dejándole las bragas usadas en el armario,
jodiéndole la vida a un extraño. Yo estaba en la otra habitación, escuchaba su respiración,
deseaba que no entrase.
Yo estaba ahí entre las sábanas a esperas del verano,
dejando de ser quién había soñado. Yo o-o-o-o-o-o,
a-a-a-aun ahí sin saber salir.
Y no logro sacarme de ahí. Yo estaba ahí con las llaves en la mano acelerando el paso,
fingiendo que hablaba con mi hermano.
Yo estaba ahí dejándome hacer
con tal de que acabase de una vez. Yo estaba ahí confesándome por haberme tocado,
pensando que ese era el puto pecado.
Yo estaba ahí metiéndome los dedos hasta el fondo,
queriendo vomitar las penas, la vida, el odio. Yo o-o-o-o-o-o,
a-a-a-aun ahí sin saber salir.
Y no logro sacarme de ahí. Yo o-o-o-o-o-ooooo,
a-a-a-a-aun ahí-í-í,
sin saber salir.
Y no logro, no sé cómo, sacarme de allí.

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