domingo, 13 de noviembre de 2022

Columna (y Carta al Director en respuesta)

 Bachillera

MARTA SANZ 
El País. 07 NOV 2022 

Protejamos a la juventud de algodoncillos demagógicos y vayamos al tuétano: no hay progreso sin inversión ―de dinero, imaginación, todo tipo de capitales― en la enseñanza pública

Me formé en la escuela pública. Desde parvulitos al doctorado. Carne de EGB, COU y Selectividad. Todo era perfectible: en Geografía nunca estudié los ríos de África y la Historia de España era selectiva en plena Transición. Acaso por la conciliación y la equidistancia. Los exámenes eran casi la única forma de evaluar si exceptuamos a quienes nos pedían “trabajos” amargándonos la existencia. En los colegios públicos nos juntábamos hijas e hijos de catedráticas de Universidad, del carnicero y la frutera, de policías, de niñas cuyos progenitores regentaban desguaces o tiendas de caramelos, hijos de empleados de banca o de parados, primogénitas de amas de casa que envolvían bocatas en papel de aluminio ―invención galáctica― y niños gitanos que sufrían un trato racista repugnantemente normalizado. Yo era la hija del sociólogo y era como ser sicalíptica o diplodocus. En los colegios, institutos y universidades públicas se pedía lo mejor del alumnado, mientras que la enseñanza privada era, o bien excelente, carísima y experimental, o bien un coladero en el que la pasta servía para labrar el futuro de vástagos perezosos. Decir Instituto Lope de Vega eran palabras mayores. Cuando cursaba primero de BUP, aparecieron por el instituto ―allí había una escuela de peluquería en la que experimentaban con nuestros pelos― dos muchachas procedentes de un selecto colegio privado ―siete por clase―. Se incorporaron a un grupo de 40. No podían concentrarse. No las habían cambiado como castigo, sino para aclimatarlas a las condiciones de una universidad pública que en primero de Derecho sumaba 150 estudiantes en sus aulas. Todo era, como digo, perfectible.

Yo no hablo de la piel fina de la juventud ni cierro los ojos a la creciente hostilidad del mundo. Al cambio de las coordenadas socioeconómicas y del concepto de clase media. Al desaseo que nos ha traído confundir, durante décadas, democracia con liberalismo. Solo pido una reflexión: la educación transforma las realidades y palía la desigualdad, pero si la realidad es desigual y violenta temo que una educación burbuja aplaste a la juventud. A la vez, una educación brutal y mecánica perpetuará un modelo de vida salvaje. Una formación acrítica y resiliente acaso producirá felicidad, pero la felicidad será una noción devaluada unida a la multitarea y la falta de concentración para disentir con argumentos. La igualdad de oportunidades, que no existe en la sociedad, tendría que ensayarse y empezar a construirse en la escuela pública. Protegiendo a las personas débiles. Y esta es la raíz del debate: quizá a estas personas no se las protege desde la renuncia a enseñar ciertos temas o desde una transigencia evaluadora ―clasista y pesimista― que siempre las va a recluir en el cuarto trastero de la comunidad; quizá sería mejor personalizar la asistencia social y psicológica de una infancia maltratada ―víctima de la brecha de clase, género, de la brecha digital― y, desde un término medio aglutinador y democrático, no renunciar a enseñar latín en Entrevías, prever la necesidad de grifos en las aulas de plástica y no desmerecer el esfuerzo ni la vocación del entregadísimo personal docente. Protejamos a la juventud de algodoncillos demagógicos y vayamos al tuétano: no hay progreso sin inversión ―de dinero, imaginación, todo tipo de capitales― en la enseñanza pública.

 1. 1.Haz un resumen del texto: escribe un único párrafo de entre cinco y ocho líneas que muestre de forma breve pero completa lo que dice el autor del texto. Debe estar redactado en 3ª persona y no utilizar frases textuales. 

1.2.Enuncia el tema de este texto utilizando un SN, cuyo núcleo sea un sustantivo abstracto, con tantos CN como sea necesario para acotar la intención del autor. 


1.3.- Determina la estructura del texto (señala las partes en que puede dividirse el texto en función de su contenido explicando por qué) y, si puedes, indica qué nombre recibe. 


1.4-¿Cuál es la principal intención comunicativa del autor? ¿Qué modalidad textual predomina? ¿Por qué? ¿Hay alguna otra que tenga importancia? Señálalas (puedes dividirlas en secuencias) y explica por qué.

1.5-Teniendo en cuenta lo anterior, señala dos rasgos propios de esa modalidad textual.

1.6. ¿Se trata de un texto adecuado, cohesionado y coherente? Señala al menos dos anáforas y dos catáforas. También puedes indicar la repetición de un contenido retórico sobre el que está construido el texto. Atiende principalmente a la progresión temática, el campo semántico y señala los conectores, el uso de recurrencia semántica (con sinónimos totales o parciales), mecanismos de recurrencia o repetición (mediante hipónimos o hiperónimos) y si hay cohesión gracias a referencias, conjunciones, elipsis o repeticiones.



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