Blog del profe Víctor Peña
Soy profe de Lengua y Literatura y en este blog iré colgando actividades y textos que trabajemos en clase (o no). "Hola, ¿qué tal? Soy el chico de las poesías".
martes, 12 de noviembre de 2024
martes, 22 de octubre de 2024
Calaveras y diablitos...
lunes, 21 de octubre de 2024
jueves, 17 de octubre de 2024
Como el toro... (Miguel Hernández)
Como el toro he nacido para el luto
y el dolor, como el toro estoy marcado
por un hierro infernal en el costado
y por varón en la ingle con un fruto.
Como el toro lo encuentra diminuto
todo mi corazón desmesurado,
y del rostro del beso enamorado,
como el toro a tu amor se lo disputo.
Como el toro me crezco en el castigo,
la lengua en corazón tengo bañada
y llevo al cuello un vendaval sonoro.
Como el toro te sigo y te persigo,
y dejas mi deseo en una espada,
como el toro burlado, como el toro.
Miguel Hernández, El rayo que no cesa.
a) Identifique al autor y la obra de la que forma parte. A continuación,contextualícela en el marco de la historia de la literatura. (1 p.) [10-15 líneas]
El reconocible estilo literario del autor (en este caso, la renovación de una forma clásica como es el soneto, algo propio de las vanguardias y la Generación del 27) nos permite llegar a la conclusión de que pertenece a Miguel Hernández, uno de los poetas más importantes del siglo XX pese a su temprana y desgraciada muerte en una cárcel franquista.
El uso del soneto, la fuerte presencia de símbolos como el toro, la espada o el tema del deseo, además, facilita adscribir este poema al libro El rayo que no cesa (1936), un poemario de temática amorosa, probablemente dedicado en su mayoría a la pintora surrealista Maruja Mallo y compuesto de un total de 30 poemas: 27 sonetos endecasílabos, un poema en redondillas con rimas cruzadas (poema núm. 1), una especie de silva (poema núm. 15) y una elegía en tercetos encadenados (poema núm. 29).
Miguel Hernández, nacido en Orihuela en 1910 y fallecido en la prisión de Alicante en 1942, no pertenece, por edad, a la Generación del 27, aunque en su primera etapa está muy marcado por ellos, especialmente en el gongorino Perito en lunas, su debut lírico.
Para algunos estudiosos es, en cambio, el máximo representante de la Generación del 36, o la de la Guerra, en la que destaca su cambio de ciclo, marcado por un estilo mucho más sencillo, combativo y militante. Por todo ello, su poesía tuvo gran éxito y arraigo popular, tanto en las trincheras como en los círculos antifranquistas.
b) Identifique los temas que aparecen en este texto. (1,5 p.) [20-25 líneas]
En la obra de Miguel Hernández hay tres grandes temas universales: la vida, el amor y la muerte. En este soneto los tres aparecen estrechamente relacionados. Estaríamos ante el amor vivido como sentimiento trágico, las grandes ansias del autor van chocando contra las barreras que se alzan a su paso. De esa contradicción surge una tremenda pena (“Umbrío por la pena…”) y un fatalismo reflejado en los primeros versos (“Como el toro he nacido para el luto/y el dolor…”).
c) Identifique y explique qué características formales nos permiten atribuirlo algénero literario, al autor y a la época a la que pertenece. (1,5 p.) [20-25 líneas]
Nos encontramos ante 14 versos endecasílabos con rima consonante y repartidos en 2 cuartetos y 2 tercetos. Por lo tanto, ante un poema en forma de soneto, la forma más utilizada en la poesía culta desde el Renacimiento.
Este soneto es uno de los más representativos del mundo poético hernandiano. Forma parte de la obra El rayo que no cesa, publicada en 1936. Su estilo ha sido calificado de “vigoroso, arrebatado, y humanísimo.” Su palabra procede directamente del sentimiento (“La lengua en corazón tengo bañada”). Acopla su fuerza expresiva a la rígida forma de un soneto y ésta, en vez de limitar, potencia. Consigue el equilibrio entre la emoción y la disciplina formal.
Se trata de un poema lírico en el que el yo poético desvela sus pensamientos y obsesiones. Para ello, a la manera de leit-motivs, serán clave el uso de símbolos recurrentes como el toro, la ingle, la lengua, el dolor, el amor, el corazón, la burla y la espada.
Como ya hemos dicho anteriormente, la renovación de las formas tradicionales, tanto cultas (el soneto, la silva…) como populares (el romance, la redondilla…) va a ser una de las características de la Generación del 27, y también del propio Miguel Hernández, tanto en su gongorino Perito en lunas, como en el popular Romancero de ausencias.
En conclusión, se trata de un perfecto ejemplo de la lírica hernandiana en su primera etapa y muestra de manera inapelable la maestría del autor de Orihuela a la hora de transmitir los pesares de sus tres heridas.
martes, 15 de octubre de 2024
Hoy converso con Miguel...
Vientos del pueblo me llevan,
vientos del pueblo me arrastran,
me esparcen el corazón
y me aventan la garganta.
Los bueyes doblan la frente,
impotentemente mansa,
delante de los castigos:
los leones la levantan
y al mismo tiempo castigan
con su clamorosa zarpa.
No soy un de pueblo de bueyes,
que soy de un pueblo que embargan
yacimientos de leones,
desfiladeros de águilas
y cordilleras de toros
con el orgullo en el asta.
Nunca medraron los bueyes
en los páramos de España.
¿Quién habló de echar un yugo
sobre el cuello de esta raza?
¿Quién ha puesto al huracán
jamás ni yugos ni trabas,
ni quién al rayo detuvo
prisionero en una jaula?
Asturianos de braveza,
vascos de piedra blindada,
valencianos de alegría
y castellanos de alma,
labrados como la tierra
y airosos como las alas;
andaluces de relámpagos,
nacidos entre guitarras
y forjados en los yunques
torrenciales de las lágrimas;
extremeños de centeno,
gallegos de lluvia y calma,
catalanes de firmeza,
aragoneses de casta,
murcianos de dinamita
frutalmente propagada,
leoneses, navarros, dueños
del hambre, el sudor y el hacha,
reyes de la minería,
señores de la labranza,
hombres que entre las raíces,
como raíces gallardas,
vais de la vida a la muerte,
vais de la nada a la nada:
yugos os quieren poner
gentes de la hierba mala,
yugos que habéis de dejar
rotos sobre sus espaldas.
Crepúsculo de los bueyes
está despuntando el alba.
Los bueyes mueren vestidos
de humildad y olor de cuadra;
las águilas, los leones
y los toros de arrogancia,
y detrás de ellos, el cielo
ni se enturbia ni se acaba.
La agonía de los bueyes
tiene pequeña la cara,
la del animal varón
toda la creación agranda.
Si me muero, que me muera
con la cabeza muy alta.
Muerto y veinte veces muerto,
la boca contra la grama,
tendré apretados los dientes
y decidida la barba.
Cantando espero a la muerte,
que hay ruiseñores que cantan
encima de los fusiles
y en medio de las batallas.
Me llamo barro aunque Miguel me llame
Me llamo barro aunque Miguel me llame.
Barro es mi profesión y mi destino
que mancha con su lengua cuanto lame.
Soy un triste instrumento del camino.
Soy una lengua dulcemente infame
a los pies que idolatro desplegada.
Como un nocturno buey de agua y barbecho
que quiere ser criatura idolatrada,
embisto a tus zapatos y a sus alrededores,
y hecho de alfombras y de besos hecho
tu talón que me injuria beso y siembro de flores.
Coloco relicarios de mi especie
a tu talón mordiente, a tu pisada,
y siempre a tu pisada me adelanto
para que tu impasible pie desprecie
todo el amor que hacia tu pie levanto.
Más mojado que el rostro de mi llanto,
cuando el vidrio lanar del hielo bala,
cuando el invierno tu ventana cierra
bajo a tus pies un gavilán de ala,
de ala manchada y corazón de tierra.
Bajo a tus pies un ramo derretido
de humilde miel pataleada y sola,
un despreciado corazón caído
en forma de alga y en figura de ola.
Barro en vano me invisto de amapola,
barro en vano vertiendo voy mis brazos,
barro en vano te muerdo los talones,
dándote a malheridos aletazos
sapos como convulsos corazones.
Apenas si me pisas, si me pones
la imagen de tu huella sobre encima,
se despedaza y rompe la armadura
de arrope bipartido que me ciñe la boca
en carne viva y pura,
pidiéndote a pedazos que la oprima
siempre tu pie de liebre libre y loca.
Su taciturna nata se arracima,
los sollozos agitan su arboleda
de lana cerebral bajo tu paso.
Y pasas, y se queda
incendiando su cera de invierno ante el ocaso,
mártir, alhaja y pasto de la rueda.
Harto de someterse a los puñales
circulantes del carro y la pezuña,
teme del barro un parto de animales
de corrosiva piel y vengativa uña.
Teme que el barro crezca en un momento,
teme que crezca y suba y cubra tierna,
tierna y celosamente
tu tobillo de junco, mi tormento,
teme que inunde el nardo de tu pierna
y crezca más y ascienda hasta tu frente.
Teme que se levante huracanado
del blando territorio del invierno
y estalle y truene y caiga diluviado
sobre tu sangre duramente tierno.
Teme un asalto de ofendida espuma
y teme un amoroso cataclismo.
Antes que la sequía lo consuma
el barro ha de volverte de lo mismo.
Miguel Hernández.
SLIDESHARE BIOGRAFÍA MIGUEL HERNÁNDEZ
SLIDESHARE MIGUEL HERNÁNDEZ (2º BACH)
SIMBOLOGÍA EL RAYO QUE NO CESA